martes, 19 de diciembre de 2017

VIAJE EN LA VILLAVESA (... y 3)



¿Sois conscientes? ¿De verdad? ¿Lo sois?
¡Aplicar un interruptor al dios Sol! ¡Dominar a la Luz de las luces, al Dios de los dioses…
¡Daos cuenta! ¡Todos los días! ¡A cualquier hora!
El inventor de la corriente eléctrica debió sentirse un rey cuando logró cortarla con un interruptor. ¡Un simple interruptor! Pero no hay comparación posible. Es al dios Sol a quien dominamos con las persianas.
Dediqué mi adolescencia y mi juventud, todo mi tiempo, a perfeccionar su diseño, a idear las mejores láminas, a buscar diferentes caminos para negar el paso a ese presuntuoso Dios entre los dioses. Apliqué motores y automatismos al invento. Inventé sensores y dispositivos que reflejaban, cortaban, difuminaban, confundían y controlaban la acción de la luz primigenia.
¡Cuántas horas robadas al sueño! ¡Cuántos sinsabores!
Nada es gratuito… Pero hoy, ahora y aquí, soy el amo. Me siento, con razón, por encima de Dios. Soy dios de las persianas. ¡Lo he logrado!

Por supuesto, toda divinidad es vengativa por naturaleza. Mi Dios no me absolvió. Desde hace tiempo intenta tomarse la revancha. No olvidó mis hazañas ni mi superioridad. Nunca perdonó que hubiera mejorado el interruptor que corta su Luz a voluntad del hombre.
Estudié, me esforcé, me abrí camino en esta vida tan dura que un día se nos impuso a los seres humanos: de Sol a Sol, todos, cada uno de los días de nuestra existencia.
Así, con afán resentido, actuó sin compasión sobre mi mente. Intentó reírse de mi presencia en este mundo. Tengo que controlar todos los días sus movimientos, pero Él también me vigila. El odio es mutuo. Solo al llegar la noche oscura descanso de sus asechanzas. A lo largo del día he de sortear sus arteras trampas, esas sibilinas encerronas que planifica metódicamente en la placidez de la noche, mientras descansa escondido. Debo reconocer que a veces logra nublar mi entendimiento, mi vista y mi esperanza…
Menos mal que en los últimos tiempos se me han sumado, poco a poco, algunos aliados. Empieza a ser doblegado incluso por la economía y la política. ¿Qué decir de la sabia decisión del gobierno de este país? Al fin empezó a imponerle las tasas que su existencia, desde siempre, debió rendir al bienestar y a la presencia humana. 
Quizás debido a esa provocación anda más soliviantado estos últimos días. Me aguarda agazapado. Se atrinchera antes de mi aparición y disimula hasta que advierte mi presencia. Su imaginación es tan colosal como su maldad. Hoy, por poner el caso, me atacó varias veces en el trayecto que todas las tardes he de recorrer entre el hogar y el trabajo. Establecí, adrede, horario nocturno en la consulta que abrí hace tiempo, con intención de evitar encontronazos. Hoy, sin embargo, bastó que adelantara mi desplazamiento para que el Sol convirtiera el viaje en un infierno.
Me halló desprevenido, primero, cuando monté en la villavesa. Utilizó mis propios inventos para regalarme un susto de muerte. ¡El muy canalla! Hizo bajar de golpe las persianas en las ventanas de todo el autobús. Incluso la del chófer ¡En plena marcha!
Menos mal. Salí con bien, entero, de tan ladina trampa, gracias a que me apeé del vehículo antes de que sobreviniera una desgracia.
Ya en la acera siguió acosando mis pasos. Lanzó a mi rostro un periódico que evocaba su anterior hazaña. Acto seguido cerró a la vez, de un papirotazo, todas las persianas de la ciudad. Se refugiaron como pudieron, asustados, los ciudadanos y todos sus vehículos. Solo regresaron a la calle al remitir los ruidos, cuando vieron declinar la excelsa batalla que libré con el Sol.
¡Menos mal! ¡Todo llega a su fin! Ya he alcanzado la puerta de mi clínica.
Mientras saco la llave miro al cielo y proclamo a los cuatro vientos mi desprecio:
–¡Un día más, mal bicho! ¡Hoy tampoco lograste la victoria! ¡Ahí fuera te quedas!
Antes de penetrar en el despacho saco el pañuelo y abrillanto la placa de bronce que anuncia mi consulta: 
DR. MITILENE – PSIQUIATRA 
TRATAMIENTO EFICAZ DE AGORAFOBIAS Y CLAUSTROFOBIAS


Bajo después, con íntimo deleite, la persiana. Al fin puedo sentarme, tranquilo y satisfecho, a leer el periódico.

2 comentarios:

Lorenzo dijo...

No hubiera imaginado ese final. Felicidades por el relato, Javier.

Javier Rey Bacaicoa dijo...

Muchas gracias, Loren.

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